miércoles, 24 de marzo de 2010

Experta denuncia "nuevo reino del terror" que busca destruir fuerza moral de la Iglesia

ROMA, 24 Mar. 10 / 06:35 am (ACI)

Elizabeth Lev es una historiadora estadounidense que actualmente trabaja en Roma y que rechaza la campaña mediática actual contra sacerdotes y religiosos. La compara a la de finales del siglo XVIII en Francia cuando los escándalos se magnificaban para hacer creer que esto era endémico en el clero, lo que llevaría años más tarde al asesinato de muchos presbíteros. A partir de la perspectiva de un analista inglés protestante de esa época, la experta explica que la intención de los ataques es destruir la fuerza moral de la Iglesia Católica.

En un artículo titulado "En defensa del clero católico (¿o queremos otro reino del terror?)" publicado en el sitio web Politics Daily, Lev se refiere al clima triunfalista en 1790 en Francia con la revolución y a la postura de Edmund Burke, un protestante miembro del Estado inglés, que en ese año criticaba la campaña anticlerical de los franceses que desenterraban escándalos de décadas e incluso, siglos pasados.

"Viendo el estilo general de las últimas publicaciones, uno podría pensar que el clero de Francia son una especie de monstruos, una horrible composición de superstición, ignorancia, pereza, fraude, avaricia y tiranía. ¿Pero, es cierto esto?", se cuestionaba Burke.

Tras preguntarse sobre lo que Burke habría opinado ante los intentos mediáticos actuales de vincular, a cualquier precio, al Papa con cualquier escándalo de pedofilia, Lev señala que el protestante inglés comentaba en aquel entonces que "no escucho con mucha credibilidad a quien habla del mal de aquellos a quienes van a saquear. Sospecho, en cambio, que los vicios a los que se refieren son fingidos o exagerados cuando se busca solo provecho en el castigo que planean".

Cuando Burke escribía esto, dice Lev, "los revolucionarios franceses estaban alistándose para la confiscación masiva de las propiedades de la Iglesia".

Actualmente, escribe la historiadora, "los salaces informes sobre los abusos sexuales del clero (como si estuvieran limitados solo al clero católico) han sido colocados por encima de las masacres de cristianos en India e Irak. Además, la frase ‘abuso sexual del clero’ se equipara erróneamente con ‘pedofilia’ para avivar aún más la indignación. No consideran la perspicacia política de un Edmund Burke que se pregunta por qué la Iglesia Católica es escogida para ser tratada así".

Luego de reconocer que efectivamente es gravísimo el mal producido por una pequeñísima minoría de sacerdotes católicos contra menores, Lev recuerda que son muchísimos más los que "viven santamente en sus parroquias, atendiendo a sus feligreses. Estos buenos hombres han sido manchados por la misma tinta venenosa" de muchos medios.

Seguidamente señala que en Estados Unidos los abusos sexuales de clérigos no llegan al 2 por ciento y que este dato lo presentó el New York Times. Pero al "leer los diarios, parecería que el clero católico tiene un monopolio en acosos a menores".

"Si Burke estuviese vivo hoy día, tal vez habría discernido otro motivo detrás de los ataques al clero católico, además de las propiedades de la Iglesia: principalmente destruir la credibilidad de una voz moral poderosa en el debate público" que se ha hecho evidente, por ejemplo, en la reforma de salud en Estados Unidos.

Ante la posición pro-vida de los prelados, precisa Lev, "y para silenciar la voz moral de la Iglesia, la opción preferida ha sido la de desacreditar a sus ministros".

"A tres años de las reflexiones de Burke, sus predicciones probaron estar en lo cierto. El Reino del Terror llegó en 1793, llevando a cientos de sacerdotes a la guillotina y forzando al resto a jurar lealtad al Estado por encima de la Iglesia. Para Burke estaba claro que la campaña anticlerical de 1790 era ‘solo temporal y preparatoria para la abolición última… de la religión cristiana al llevar a sus ministros al desprecio universal’", prosigue la historiadora.

"Uno espera que los estadounidenses tengan el suficiente sentido común para cambiar de curso mucho antes de que lleguemos a este punto", concluye.

Tomado de: http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=28907

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lunes, 1 de marzo de 2010

PAPA MUESTRA SU CERCANÍA CON LOS AFECTADOS DEL TERREMOTO EN CHILE

Benedicto XVI mostró, este domingo tras rezar el Ángelus en el Vaticano, su cercanía espiritual a las personas que están sufriendo a causa del terremoto que sacudió parte de Chile la madrugada del sábado.

“Rezo por las víctimas y estoy espiritualmente cercano a las personas probadas por esta calamidad tan grave -dijo-; para ellas imploro de Dios alivio en el sufrimiento y coraje en esta adversidad”.

Ante miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro, el Papa dirigió su pensamiento “a Chile y a las poblaciones afectadas por el terremoto, que ha causado numerosas pérdidas en vidas humanas e ingentes daños”.

“Estoy seguro de que no va a faltar la solidaridad de muchos, en particular de las organizaciones eclesiales”, destacó.

Además, en su saludo en español a los peregrinos, Benedicto XVI afirmó: “me siento particularmente cercano a la querida población chilena afectada por un gran terremoto en su País”.

“En un momento como éste -añadió-, brota espontáneamente una plegaria al Señor por las víctimas y un mensaje de aliento a todos para superar esta gran prueba”.

Mientras tanto, el presidente de la Conferencia Episcopal de Chile (CEC), monseñor Alejandro Goic, lanzó un “llamado a la esperanza tras la catástrofe” y destacó que “es tiempo de orar y unirnos como una familia que somos”.

“Nos dolemos por los hermanos y hermanas que han perdido la vida, expresamos nuestra cercanía y oración a sus familiares y amigos, también a quienes han perdido sus bienes conseguidos con el esfuerzo de toda una vida”, declaró al portal Iglesia.cl.

Ofreció colaboración a las autoridades y voluntarios y aseguró que “fiel a su misión, la Iglesia compromete su apoyo espiritual y su acción solidaria en esta hora de tragedia”.

“Con la fuerza del Evangelio, somos portadores de esperanza en momentos de temor, de dolor y de desastre”, destacó.

Y concluyó pidiendo a la Virgen del Carmen que “nos cubra con su manto protector para que podamos levantarnos de esta hora amarga”.



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lunes, 8 de febrero de 2010

MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA CUARESMA 2010

« La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo »

Queridos hermanos y hermanas:

Cada año, con ocasión de la Cuaresma, la Iglesia nos invita a una sincera revisión de nuestra vida a la luz de las enseñanzas evangélicas. Este año quiero proponeros algunas reflexiones sobre el vasto tema de la justicia, partiendo de la afirmación paulina: «La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo» (cf. Rm 3,21-22).

Justicia: “dare cuique suum”

Me detengo, en primer lugar, en el significado de la palabra “justicia”, que en el lenguaje común implica “dar a cada uno lo suyo” - “dare cuique suum”, según la famosa expresión de Ulpiano, un jurista romano del siglo III. Sin embargo, esta clásica definición no aclara en realidad en qué consiste “lo suyo” que hay que asegurar a cada uno. Aquello de lo que el hombre tiene más necesidad no se le puede garantizar por ley. Para gozar de una existencia en plenitud, necesita algo más íntimo que se le puede conceder sólo gratuitamente: podríamos decir que el hombre vive del amor que sólo Dios, que lo ha creado a su imagen y semejanza, puede comunicarle. Los bienes materiales ciertamente son útiles y necesarios (es más, Jesús mismo se preocupó de curar a los enfermos, de dar de comer a la multitud que lo seguía y sin duda condena la indiferencia que también hoy provoca la muerte de centenares de millones de seres humanos por falta de alimentos, de agua y de medicinas), pero la justicia “distributiva” no proporciona al ser humano todo “lo suyo” que le corresponde. Este, además del pan y más que el pan, necesita a Dios. Observa san Agustín: si “la justicia es la virtud que distribuye a cada uno lo suyo... no es justicia humana la que aparta al hombre del verdadero Dios” (De Civitate Dei, XIX, 21).

¿De dónde viene la injusticia?

El evangelista Marcos refiere las siguientes palabras de Jesús, que se sitúan en el debate de aquel tiempo sobre lo que es puro y lo que es impuro: “Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre... Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas” (Mc 7,15. 20-21). Más allá de la cuestión inmediata relativa a los alimentos, podemos ver en la reacción de los fariseos una tentación permanente del hombre: la de identificar el origen del mal en una causa exterior. Muchas de las ideologías modernas tienen, si nos fijamos bien, este presupuesto: dado que la injusticia viene “de fuera”, para que reine la justicia es suficiente con eliminar las causas exteriores que impiden su puesta en práctica. Esta manera de pensar ―advierte Jesús― es ingenua y miope. La injusticia, fruto del mal, no tiene raíces exclusivamente externas; tiene su origen en el corazón humano, donde se encuentra el germen de una misteriosa convivencia con el mal. Lo reconoce amargamente el salmista: “Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre” (Sal 51,7). Sí, el hombre es frágil a causa de un impulso profundo, que lo mortifica en la capacidad de entrar en comunión con el prójimo. Abierto por naturaleza al libre flujo del compartir, siente dentro de sí una extraña fuerza de gravedad que lo lleva a replegarse en sí mismo, a imponerse por encima de los demás y contra ellos: es el egoísmo, consecuencia de la culpa original. Adán y Eva, seducidos por la mentira de Satanás, aferrando el misterioso fruto en contra del mandamiento divino, sustituyeron la lógica del confiar en el Amor por la de la sospecha y la competición; la lógica del recibir, del esperar confiado los dones del Otro, por la lógica ansiosa del aferrar y del actuar por su cuenta (cf. Gn 3,1-6), experimentando como resultado un sentimiento de inquietud y de incertidumbre. ¿Cómo puede el hombre librarse de este impulso egoísta y abrirse al amor?

Justicia y Sedaqad

En el corazón de la sabiduría de Israel encontramos un vínculo profundo entre la fe en el Dios que “levanta del polvo al desvalido” (Sal 113,7) y la justicia para con el prójimo. Lo expresa bien la misma palabra que en hebreo indica la virtud de la justicia: sedaqad,. En efecto, sedaqad significa, por una parte, aceptación plena de la voluntad del Dios de Israel; por otra, equidad con el prójimo (cf. Ex 20,12-17), en especial con el pobre, el forastero, el huérfano y la viuda (cf. Dt 10,18-19). Pero los dos significados están relacionados, porque dar al pobre, para el israelita, no es otra cosa que dar a Dios, que se ha apiadado de la miseria de su pueblo, lo que le debe. No es casualidad que el don de las tablas de la Ley a Moisés, en el monte Sinaí, suceda después del paso del Mar Rojo. Es decir, escuchar la Ley presupone la fe en el Dios que ha sido el primero en “escuchar el clamor” de su pueblo y “ha bajado para librarle de la mano de los egipcios” (cf. Ex 3,8). Dios está atento al grito del desdichado y como respuesta pide que se le escuche: pide justicia con el pobre (cf. Si 4,4-5.8-9), el forastero (cf. Ex 20,22), el esclavo (cf. Dt 15,12-18). Por lo tanto, para entrar en la justicia es necesario salir de esa ilusión de autosuficiencia, del profundo estado de cerrazón, que es el origen de nuestra injusticia. En otras palabras, es necesario un “éxodo” más profundo que el que Dios obró con Moisés, una liberación del corazón, que la palabra de la Ley, por sí sola, no tiene el poder de realizar. ¿Existe, pues, esperanza de justicia para el hombre?

Cristo, justicia de Dios

El anuncio cristiano responde positivamente a la sed de justicia del hombre, como afirma el Apóstol Pablo en la Carta a los Romanos: “Ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado... por la fe en Jesucristo, para todos los que creen, pues no hay diferencia alguna; todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, a quien exhibió Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia (Rm 3,21-25).

¿Cuál es, pues, la justicia de Cristo? Es, ante todo, la justicia que viene de la gracia, donde no es el hombre que repara, se cura a sí mismo y a los demás. El hecho de que la “propiciación” tenga lugar en la “sangre” de Jesús significa que no son los sacrificios del hombre los que le libran del peso de las culpas, sino el gesto del amor de Dios que se abre hasta el extremo, hasta aceptar en sí mismo la “maldición” que corresponde al hombre, a fin de transmitirle en cambio la “bendición” que corresponde a Dios (cf. Ga 3,13-14). Pero esto suscita en seguida una objeción: ¿qué justicia existe dónde el justo muere en lugar del culpable y el culpable recibe en cambio la bendición que corresponde al justo? Cada uno no recibe de este modo lo contrario de “lo suyo”? En realidad, aquí se manifiesta la justicia divina, profundamente distinta de la humana. Dios ha pagado por nosotros en su Hijo el precio del rescate, un precio verdaderamente exorbitante. Frente a la justicia de la Cruz, el hombre se puede rebelar, porque pone de manifiesto que el hombre no es un ser autárquico, sino que necesita de Otro para ser plenamente él mismo. Convertirse a Cristo, creer en el Evangelio, significa precisamente esto: salir de la ilusión de la autosuficiencia para descubrir y aceptar la propia indigencia, indigencia de los demás y de Dios, exigencia de su perdón y de su amistad.

Se entiende, entonces, como la fe no es un hecho natural, cómodo, obvio: hace falta humildad para aceptar tener necesidad de Otro que me libere de lo “mío”, para darme gratuitamente lo “suyo”. Esto sucede especialmente en los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía. Gracias a la acción de Cristo, nosotros podemos entrar en la justicia “más grande”, que es la del amor (cf. Rm 13,8-10), la justicia de quien en cualquier caso se siente siempre más deudor que acreedor, porque ha recibido más de lo que podía esperar.

Precisamente por la fuerza de esta experiencia, el cristiano se ve impulsado a contribuir a la formación de sociedades justas, donde todos reciban lo necesario para vivir según su propia dignidad de hombres y donde la justicia sea vivificada por el amor.

Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma culmina en el Triduo Pascual, en el que este año volveremos a celebrar la justicia divina, que es plenitud de caridad, de don y de salvación. Que este tiempo penitencial sea para todos los cristianos un tiempo de auténtica conversión y de intenso conocimiento del misterio de Cristo, que vino para cumplir toda justicia. Con estos sentimientos, os imparto a todos de corazón la bendición apostólica.

Vaticano, 30 de octubre de 2009


BENEDICTUS PP. XVI


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MONSEÑOR HUGO BARRANTES UREÑA ARZOBISPO METROPOLITANO DE SAN JOSÉ MANIFIESTA A LA OPINIÓN PÚBLICA LO SIGUIENTE

Ante las dudas y el malestar de feligreses católicos, en todo el país, de cara a ciertos hechos ocurridos en la Eucaristía presidida por este servidor y con la presencia de algunos candidatos presidenciales el pasado domingo 07 de febrero de 2010, aclaramos lo siguiente:

1. Ante el trato no respetuoso e indebido que se diera a la Sagrada Eucaristía, recordamos que “el sacrilegio consiste en profanar o tratar indignamente los sacramentos y las otras acciones litúrgicas, así como las personas, las cosas y los lugares consagrados a Dios”. (Catecismo de la Iglesia Católica N. 2120).

2. Advertidos sobre la irregularidad, los sacerdotes presentes solicitaron al señor Guevara la devolución del trozo de la hostia en su poder; y éste accedió a entregarla. La hostia consagrada fue consumida inmediatamente por un sacerdote concelebrante.

3. El canon número 1367 del Derecho Canónico establece que quien arroja por tierra las Especies consagradas o las lleva o retiene con una finalidad sacrílega, comete el delito de sacrilegio, situación que no se dio, de modo que descartamos el sacrilegio en este caso.

4. En conclusión, se dio un trato no respetuoso e indebido, pero no hubo sacrilegio.

Dado en San José, 8 de febrero, 2010


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viernes, 15 de enero de 2010

Oracion por los Hermanos de Haití



"Señor te pedimos por Haiti... Señor calma el dolor, acompañalos y ayudalos a salir de esta crisis... Señor aunque no podamos hacer mucho desde la distancia con esta oracion te pedimos que no los desampares..."

AMEN



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lunes, 4 de enero de 2010

Pagina Web Lista

Hermanos que el Señor les bendiga y les prospere en este nuevo año 2010, la pagina oficial de nuestra grupo esta nuevamente activa despues de los problemas tecnicos que tuvimos.

Estemos pendientes de ella ya que vamos a encontrar informacion importante en ella

El link hacia la pagina es el siguiente: http://www.emausdesamparados.com/

JESUCRISTO HA RESUCITADO !!!!! EN VERDAD RESUCITO......


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sábado, 19 de diciembre de 2009

Problemas con la Pagina Web

Muy buenas hermanos que el Señor les bendiga y les prospere en esta navidad y en el año venidero... lamentablemente por algunas situaciones y mejoras en nuestro almacenamiento, vamos a tener fuera nuestra pagina oficial del Grupo por algun tiempo, esperamos estar lo mas pronto nuevamente a disposicion de todos los que nos visitan.

Bendiciones y recordemos que JESUCRISTO HA RESUCITADO !!!!!



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martes, 1 de diciembre de 2009

San Andrés Apóstol (30 de Noviembre)

San Andrés Apóstol

Nació en Betsaida y tuvo el honor y el privilegio de haber sido el primer discípulo que tuvo Jesús, junto con San Juan el evangelista.

Los dos eran discípulos de Juan Bautista, y este al ver pasar a Jesús (cuando volvía el desierto después de su ayuno y sus tentaciones) exclamó: "He ahí el cordero de Dios". Andrés se emocionó al oír semejante elogio y se fue detrás de Jesús, Jesús se volvió y les dijo: "¿Qué buscan?". Ellos le dijeron: "Señor: ¿dónde vives?". Jesús les respondió: "Venga y verán". Y se fueron y pasaron con Él aquella tarde.

Esa llamada cambió su vida para siempre. San Andrés se fue luego donde su hermano Simón y le dijo: "Hemos encontrado al Salvador del mundo" y lo llevó a donde Jesús quien encontró en el gran San Pedro a un entrañable amigo y al fundador de su Iglesia.

El día del milagro de la multiplicación de los panes, fue San Andrés el que llevó a Jesús el muchacho que tenía los cinco panes. El santo presenció la mayoría de los milagros que hizo Jesús y escuchó, uno por uno, sus maravillosos sermones, viviendo junto a él por tres años.

En el día de Pentecostés, San Andrés recibió junto con la Virgen María y los demás Apóstoles, al Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego, y en adelante se dedicó a predicar el evangelio con gran valentía y obrando milagros y prodigios.

La tradición coloca su martirio el 30 de noviembre del año 63, bajo el imperio de Nerón.


Fuente: http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=359


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miércoles, 18 de noviembre de 2009

MENSAJE CON MOTIVO DE LA CAMPAÑA ELECTORAL 2009-2010


La Conferencia Episcopal nos envia a estudiar este material para que tengamos una base en la toma de decisiones en las proximas elecciones del año 2010.

Pidamos sabiduria al Señor para que la persona que nos represente por 4 años tenga la mente bien puesta y crea en Dios.

Pueden descargar el material de nuestra página web en la sección de Descargas o en la página de la conferencia episcopal.

BENDICIONES

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lunes, 16 de noviembre de 2009

Consagración

Dios nos ha consagrado porque Jesucristo hizo la voluntad de Dios al ofrecer su propio cuerpo en sacrificio una sola vez y para siempre.... Hebreos 10,10


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